El nacimiento de un icono (1965)
En agosto de 1965, en el Salón de Frankfurt, Mercedes-Benz presentó una nueva generación de berlinas de lujo: los W108 (250 S, 250 SE y 300 SE). Poco después llegaría el W109, con mayor distancia entre ejes y suspensión neumática, marcando el inicio de una nueva era en la marca.
Su diseño fue obra de Paul Bracq, responsable de algunos de los trazos más recordados de Mercedes. Líneas limpias, superficies generosas de vidrio y proporciones equilibradas le dieron un carácter moderno, elegante y atemporal. La parrilla, casi cuadrada, se convirtió en un sello de identidad.
El W109 300 SEL incorporó suspensión neumática, un lujo técnico que lo distinguía de sus rivales europeos y americanos. Estas berlinas no solo eran coches de representación, sino también auténticos laboratorios rodantes para la innovación de Mercedes.
Ingeniería al servicio del confort y la seguridad
Desde el inicio, todos los W108/W109 contaban con frenos de disco en las cuatro ruedas, limitadores de frenada en el eje trasero y un sistema compensador hidroneumático que equilibraba la carrocería bajo carga. Elementos que hoy damos por sentados, pero que en los 60 representaban una visión pionera de la seguridad activa.
Bajo el capó, los primeros años estuvieron dominados por motores de seis cilindros en línea. En las versiones “E” la inyección mecánica garantizaba una entrega suave y eficiente.
En 1968 Mercedes sorprendió al mundo con el 300 SEL 6.3, que tomó el poderoso motor V8 de 6.3 litros del majestuoso Mercedes 600 (W100). De pronto, una berlina de representación podía acelerar como un deportivo: más de 220 km/h y 0-100 km/h en 6,5 segundos. Nacía así el concepto de “power saloon”, décadas antes de que otros fabricantes siguieran ese camino.
En 1969 debutaron los primeros V8 de producción en serie de Mercedes, con inyección electrónica Bosch D-Jetronic:
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300 SEL 3.5 (M116) – 200 CV, refinamiento y potencia equilibrados.
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300 SEL 4.5 (M117) – destinado a EE.UU., con mayor cilindrada y prestaciones adaptadas a ese mercado.
Este salto marcó el inicio de una tradición de motores V8 que perdura hasta hoy en modelos de Mercedes-AMG.

Éxito comercial y prestigio internacional
Los Mercedes-Benz W108/W109 no solo brillaban por su diseño y tecnología, también conquistaron al mercado:
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Entre 1965 y 1972 se produjeron más de 382.000 unidades, convirtiéndose en la berlina de lujo más exitosa de su tiempo.
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El 300 SEL 6.3 alcanzó 6.526 unidades, un número sorprendente para un coche tan exclusivo.
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Su aceptación fue global: de Europa a EE.UU., pasando por mercados emergentes que veían en Mercedes el símbolo del progreso.
Con esta generación, Mercedes consolidó un linaje que desembocaría en la denominación oficial Clase S, estrenada en 1972 con el W116. Desde entonces, “S” es sinónimo de lujo, seguridad e innovación.
De clásico a pieza de colección
El atractivo de los W108/W109 no se ha desvanecido con el tiempo:
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Un 280 SE 3.5 en buen estado ronda los 30.000 €.
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Un 300 SEL 6.3 impecable ya supera los 90.000 €, confirmando su estatus de clásico codiciado.
Su valor no es solo económico: representan un hito en la historia del automóvil y el origen de la tradición moderna de la Clase S.
Mercedes-Benz Classic: mantener vivo el legado
Hoy, muchos ejemplares siguen circulando gracias al compromiso de Mercedes-Benz Classic. Con un catálogo de más de 2.100 piezas originales, la marca asegura repuestos auténticos:
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Desde motores M100, M108 y M130 hasta componentes de suspensión.
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Parabrisas disponibles en tres versiones (térmicos, con o sin franja verde).
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Partes críticas de seguridad como bombas de freno, cojinetes y pistones.
Este esfuerzo garantiza que los W108/W109 sigan siendo coches vivos, no solo piezas de museo.
Impacto cultural y social en los años 60 y 70
Los W108/W109 no fueron simples automóviles: se convirtieron en símbolos de estatus en plena posguerra europea. Gobiernos, diplomáticos y empresarios los usaban como vehículos oficiales, reforzando la imagen de solidez alemana.
En países como Alemania, Francia y España, estos sedanes eran habituales frente a ministerios y embajadas. Su presencia en eventos políticos proyectaba confianza y modernidad.
En la cultura popular también dejaron huella: desde apariciones en películas europeas de los años 60 hasta series televisivas, eran reconocibles por su elegancia sobria y su carácter imponente. Representaban poder, pero sin estridencias, una fórmula que diferenciaba a Mercedes de rivales más ostentosos como Cadillac o Lincoln.
Ese impacto social consolidó la idea de que un Mercedes no era solo un coche, sino una declaración de estilo de vida. Una percepción que llega hasta nuestros días.

El puente hacia la Clase S actual
Del W108/W109 a la actual Clase S (W223) hay una línea directa de innovación. En ambas generaciones se repite la misma filosofía: diseño atemporal, confort supremo y tecnología avanzada.
El Mercedes-Maybach Clase S o el AMG S 63 E Performance son herederos directos de esa visión de hace 60 años. La tradición de “la mejor berlina del mundo” nació con el W108/W109, y continúa vigente en pleno 2025.
60 años de una leyenda
Los Mercedes-Benz W108/W109 no fueron simples automóviles, sino el inicio de un linaje que marcó al lujo alemán. Su mezcla de elegancia, tecnología y potencia redefinió lo que significaba viajar en primera clase sobre ruedas.
Hoy, seis décadas después, siguen siendo admirados como un clásico alemán irrepetible, una pieza de historia que une pasado y presente bajo la estrella de tres puntas.
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